En un giro inesperado para la política peruana, José Jerí, congresista de Somos Perú y Presidente del Parlamento, juramentó como Presidente de la República en la madrugada del 10 de octubre. Este evento se produjo tras la vacancia de Dina Boluarte, sumiendo al país en una nueva etapa de incertidumbre política. Jerí se convierte así en el tercer mandatario del actual quinquenio constitucional 2021-2026, un período marcado por la inestabilidad y los cambios de liderazgo. Su ascenso al poder, a tan solo seis meses de las elecciones generales de 2026, plantea interrogantes sobre su capacidad para gobernar y mantener la estabilidad institucional en un contexto nacional ya de por sí complejo y polarizado. La transición, aunque constitucionalmente legítima, se produce en un clima de desconfianza ciudadana hacia la clase política y en medio de crecientes demandas sociales que exigen respuestas urgentes a problemas estructurales como la pobreza, la desigualdad y la corrupción. La gestión de Jerí estará, sin duda, bajo la lupa de la opinión pública y de los diferentes actores políticos, quienes evaluarán su desempeño y sus decisiones en un momento crucial para el futuro del país. La principal tarea que enfrenta el nuevo presidente es, sin duda, recuperar la confianza de la ciudadanía y garantizar la transparencia y la legalidad en todos los actos de gobierno.

La llegada de José Jerí a la presidencia se enmarca en un contexto político particularmente convulso. Perú ha experimentado una serie de crisis institucionales y cambios de gobierno en los últimos años, lo que ha generado una profunda desconfianza en la clase política y en la capacidad del sistema para resolver los problemas del país. La vacancia de Dina Boluarte, las razones subyacentes a esta decisión y las reacciones que ha provocado en la sociedad son elementos clave para comprender la situación actual. Además, es fundamental analizar el marco legal que sustenta la sucesión presidencial en Perú, así como los precedentes históricos de vacancias presidenciales y los debates constitucionales que han surgido en torno a este tema. La interpretación y aplicación de las normas constitucionales son determinantes para legitimar la asunción de Jerí y para garantizar la estabilidad institucional en el corto plazo. La actuación del Congreso de la República, el Tribunal Constitucional y otros órganos del Estado será crucial para evitar nuevas crisis y para fortalecer el Estado de Derecho en el país. En este sentido, es importante destacar que la legitimidad del nuevo gobierno no solo depende del cumplimiento formal de los procedimientos legales, sino también del respaldo político y social que logre obtener Jerí en los próximos meses. Es indispensable que el nuevo mandatario dialogue con todas las fuerzas políticas y sociales, que escuche las demandas de la ciudadanía y que adopte medidas concretas para abordar los problemas más urgentes del país.

José Jerí asumió la presidencia del Congreso en julio, lo que lo colocó en la línea de sucesión presidencial tras la vacancia de Boluarte. Llegó al Parlamento como accesitario de Martín Vizcarra, quien fue inhabilitado debido al Caso Vacunagate. Este detalle subraya la complejidad y las particularidades de la política peruana, donde las circunstancias imprevistas y las decisiones judiciales pueden alterar significativamente el panorama político. La trayectoria de Jerí, desde su llegada al Congreso hasta su inesperada asunción a la presidencia, es un reflejo de la inestabilidad y la volatilidad que han caracterizado la política peruana en los últimos años. Su experiencia como congresista y su rol como presidente del Parlamento le otorgan un cierto conocimiento de la dinámica política y de los desafíos que enfrenta el país, pero también lo exponen a las críticas y a las presiones de los diferentes actores políticos. La forma en que Jerí gestione estas presiones y cómo logre construir consensos en un Congreso fragmentado y polarizado será determinante para el éxito de su gestión. Es fundamental que el nuevo presidente demuestre liderazgo, capacidad de diálogo y compromiso con la transparencia y la rendición de cuentas para recuperar la confianza de la ciudadanía y para garantizar la gobernabilidad del país.

La asunción de Jerí a la presidencia no ha estado exenta de controversia. La moción de censura en su contra, impulsada por el congresista Jaime Quito, fue rechazada por la mayoría parlamentaria, obteniendo 36 votos a favor, 61 en contra y 17 abstenciones. Este resultado refleja la división existente en el Congreso y la falta de un consenso claro sobre la legitimidad del nuevo gobierno. Si bien Jerí cuenta con el respaldo de una parte del Parlamento, es evidente que enfrenta una oposición considerable que cuestiona su capacidad para gobernar y para representar los intereses de todos los peruanos. La polarización política y la desconfianza entre los diferentes grupos parlamentarios dificultan la posibilidad de construir acuerdos y de aprobar leyes que beneficien al país. En este contexto, es fundamental que Jerí busque el diálogo y la concertación con todas las fuerzas políticas, que escuche las críticas y que esté dispuesto a ceder en algunos puntos para lograr acuerdos que permitan avanzar en la agenda legislativa y abordar los problemas más urgentes del país. La gobernabilidad del Perú depende, en gran medida, de la capacidad del nuevo presidente para construir puentes y para superar las divisiones que han caracterizado la política peruana en los últimos años.

El hecho de que la mayoría parlamentaria haya rechazado la censura a Jerí sugiere que existe una voluntad de darle una oportunidad para gobernar y para demostrar su capacidad para liderar el país en un momento crítico. Sin embargo, este respaldo no es incondicional y está sujeto a su desempeño y a sus decisiones en los próximos meses. La oposición, aunque minoritaria, seguirá ejerciendo su rol de fiscalización y control, y estará atenta a cualquier irregularidad o abuso de poder por parte del nuevo gobierno. En este sentido, es fundamental que Jerí actúe con transparencia y rendición de cuentas, que respete las normas constitucionales y legales, y que garantice el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales. La credibilidad del nuevo gobierno depende de su capacidad para demostrar que está comprometido con el bienestar del país y con el fortalecimiento de la democracia. Es indispensable que Jerí escuche las voces de la sociedad civil, que dialogue con los diferentes sectores sociales y que adopte medidas concretas para abordar los problemas que afectan a la población, como la pobreza, la desigualdad, la inseguridad y la corrupción. Solo así podrá construir un gobierno legítimo y eficaz que pueda generar confianza y esperanza en el futuro del Perú.